Los Reyes Magos de Oriente (o simplemente Reyes Magos) es el nombre por el que la tradición denomina a los visitantes que, tras el nacimiento de Jesús de Nazaret, acudieron desde países extranjeros para rendirle homenaje y entregarle regalos de gran riqueza simbólica: oro, incienso y mirra.
Los Evangelios
solo hablan de «magos», en ninguna parte se indican sus nombres, ni que
fuesen reyes, ni que fueran tres (número que posiblemente se deba a la
cantidad de obsequios ofrecidos). Estas creencias fueron agregadas
varios siglos después y se han mantenido en la tradición popular.
Según la creencia católica, estos magos eran representantes de religiones «paganas» de pueblos vecinos, que los Evangelios ven como las primicias de las naciones que aceptarán la religión católica.1
En algunos países (normalmente hispanohablantes) existe la tradición de representar a los reyes trayendo los regalos que los niños les han pedido en sus cartas durante la noche anterior a la Epifanía.
Los Reyes Magos por tradiciones de algunos países forma parte del pesebre junto a José, el niño Jesús y María
La palabra «mago», proviene del elamita ma-ku-ish-ti, que ―pasando por el persa ma-gu-u-sha y por el acadio ma-gu-shu―2 llegó al griego como μαγός (magós, plural: μαγοι, magoi) y de ahí al latín magi, /mágui/ (cf. magister, /maguíster/) de donde llegó al español.
Eran los miembros de la casta sacerdotal medo-persa de la época aqueménide y durante todo el reinado de Darío el Medo (521-486 a. C.) (Para otras connotaciones, véase: otras interpretación abajo en este mismo artículo).
La figura católica de los Reyes Magos tiene su origen en los relatos del nacimiento de Jesús, algunos, fueron integrados de los evangelios canónicos que hoy conforman el Nuevo testamento de la Biblia. Concretamente el Evangelio de Mateo es la única fuente bíblica que menciona a unos magos (aunque no especifica los nombres, el número ni el título de reyes) quienes, tras seguir una supuesta estrella, buscan al «rey de los judíos que ha nacido» en Jerusalén, guiándoles dicha estrella hasta Jesús nacido en Belén, y a quien ofrecen ofrendas de oro, incienso y mirra.
Las tradiciones antiguas que no fueron recogidas en la Biblia ―como por ejemplo el llamado Evangelio del Pseudo Tomás (o Evangelios de la infancia (de Tomás)) del siglo II― son sin embargo más ricas en detalles. En ese mismo evangelio apócrifo
se dice que tenían algún vínculo familiar, y también que llegaron con
tres legiones de soldados: una de Persia, otra de Babilonia y otra de
Asia.
Según interpretaciones posteriores, los Magos fueron considerados originarios de Europa, Asia, y de África respectivamente[cita requerida]. Sin embargo, el último libro escrito por el papa Benedicto XVI sobre Jesús de Nazaret,
«La infancia de Jesús», destaca que los Reyes Magos probablemente no
venían de Oriente, como se ha creído tradicionalmente, sino de Tartessos, una zona que los historiadores ubican entre Huelva, Cádiz y Sevilla (Andalucía, España).
Dice textualmente que «Así como la tradición de la Iglesia ha leído con
toda naturalidad el relato de la Navidad sobre el trasfondo de Isaías 1,3, y de este modo llegaron al pesebre el buey y el asno, así también ha leído la historia de los Magos a la luz del Salmo 72,10 e Isaías
60. Y, de esta manera, los hombres sabios de Oriente se han convertido
en reyes, y con ellos han entrado en el pesebre los camellos y los
dromedarios», relata Benedicto XVI y continúa: «La promesa contenida en estos textos extiende la proveniencia de estos hombres hasta el extremo Occidente (Tarsis, Tartessos en España),
pero la tradición ha desarrollado ulteriormente este anuncio de la
universalidad de los reinos de aquellos soberanos, interpretándolos como
reyes de los tres continentes entonces conocidos: África, Asia y Europa».3
Pero el secretario general de la Conferencia Episcopal, monseñor Juan Antonio Martínez Camino, recuerda que en ningún momento el Santo Padre dice que «los Reyes Magos fueran andaluces, lo que explica el Papa es que los magos no eran otra cosa que buscadores de la verdad. Representaban a todos los hombres buscadores de Dios de todos los tiempos y de todos los lugares y eso incluía a todo el mundo hasta entonces conocido y cuyo límite occidental era Tartessos, en la península ibérica», explica. Al mencionar a Tartessos, Benedicto XVI
se refiere a este límite geográfico que tenía el mundo en el siglo I a.
C, «los Magos son de Oriente pero que en esa inquietud por buscar a
Dios están representados los hombres buscadores de Dios de todos los
lugares y de todos los tiempos».4
Con respecto a los nombres de los reyes (Melchor, Gaspar y Baltasar) las primeras referencias parecen remontarse al siglo V a través de dos textos, el primero titulado Excerpta latina bárbari, en el que son llamados Melichior, Gathaspa y Bithisarea.5 y en otro evangelio apócrifo, el Evangelio armenio de la infancia, donde se les llama Balthazar, Melkon y Gaspard.6 Los nombres son además diferentes según la tradición siriaca.
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