Debemos hacer aquí una distinción entre la Inquisición en España y la Inquisición Española, expresiones que parecen iguales pero no lo son. La Inquisición Española es la que los reyes Isabel de Castilla, y Fernando de Aragón establecen en España a partir de 1478 y que fue independiente y diferente de la del resto de la cristiandad. Sin embargo, en España también funcionó la Inquisición Episcopal y la Inquisición Pontificia, como veremos enseguida.
La Inquisición era casi desconocida en la Península hasta
la fecha mencionada. En Castilla no había tribunal de la Inquisición y los
delitos de la fe se atendían en los obispados. Era la Inquisición Episcopal que
ejercían los obispos en su diócesis; pero éstos estaban ocupados en otros
asuntos y le prestaban poca importancia a la herejía.
Por el contrario, en Aragón, había un tribunal
de la Inquisición Pontificia establecido desde la época de la herejía
albigense que se había extendido desde Touluose hasta la vecina Aragón.
Domingo de Guzmán, el primer inquisidor, había mandado a principios del siglo
XIII a Raimundo de Peñafort como comisario y a instancias de éste, el papa
Gregorio IX designó un tribunal de la Inquisición que se ocupó de erradicar
la herejía albigense en Aragón luego de largas vicisitudes. Pero para la
época que nos interesa, mediados del siglo XV, también el tribunal de Aragón
estaba casi olvidado.
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De la misma forma que los acontecimientos se fueron
desencadenando para dar lugar a la creación de los tribunales de la Inquisición
Pontificia, también en España los hechos se sucedieron de tal forma que los
reyes consideraron necesario crear la Inquisición Española.
Podemos Señalar como la primera causa el fenómeno de
conversión masiva de judíos que se produce durante las revueltas y motines
antijudíos de 1391, que se iniciaron en Sevilla por los sermones de Fray
Ferrant Martínez. Continuaron con la prédica de Vicente Ferrer en Castilla
entre los años 1400 y 1420, que también lograron una conversión masiva de
judíos. Estas conversiones, en su mayoría, no fueron sinceras sino que se
hicieron a la fuerza, ante la presión de un pueblo enardecido, excitado por
sacerdotes fanáticos.
Entonces comienza el fenómeno de los
"conversos" y su calvario, que signará la historia de España y de los
judíos hasta mediados del siglo pasado. El tema de los conversos lo
estudiaremos aquí en lo que tenga que ver con la Inquisición, porque es muy
complejo y requiere un estudio por separado.
A mediados del siglo XV encontramos en la península
Ibérica varas clases sociales: los reyes y la nobleza, ostentan el poder,
manejan las armas, hacen la guerra a los moros y son dueños de las tierras,
desprecian el trabajo manual; el pueblo, que es esclavo de la gleba, o sea que
depende de los señores feudales y son los que cultivan la tierra, son incultos
e iletrados; el clero, que depende de Roma y está agrupado en conventos de
diferentes órdenes, las más importantes, ya vimos, son los dominicos y los
franciscanos, monjes mendicantes, que pregonan el ascetismo, la vida dedicada a
la oración y dependen directamente de Roma, no del obispo local, dominan el
saber, los libros y las bibliotecas, son los cristianos educados; las minorías
de otros credos: judíos y moros. Los moros son el pueblo vencido que retrocede
a medida que los cristianos conquistan el territorio hasta concentrarse
finalmente en Andalucía, en la provincia de Granada. Los judíos, que habitaban
la Península desde tiempos inmemoriales, son habitantes urbanos, que ejercen
toda clase de oficios, hasta los más elevados como consejeros de los reyes. Son
letrados y conocen la contabilidad y la numeración decimal.
Las leyes de los diferentes reinos limitan cada vez más
las posibilidades de trabajo de los judíos impidiéndoles ejercer diversos
oficios. Sus actividades son cada día restringidas y son obligados a vivir en
barrios determinados; hay un intento de excluirlos de la vida económica.
En éste panorama se insertan los conversos, llamados
también marranos o cristianos nuevos, en contraposición a los cristianos viejos
o lindos que son los originarios cristianos. Los conversos ven que al cambiar
de religión, los impedimentos que tenían como judíos son eliminados y tienen
acceso a todos los oficios y puestos del reino, que antes les eran vedados.
Enseguida comienzan a escalar posiciones en las cortes de España por su
capacidad y sabiduría, aventajando a los cristianos lindos.
Con el correr del siglo XV, éstos cristianos nuevos
despiertan la envidia y los celos de los cristianos viejos y comienzan las
intrigas y las demandas en su contra.
Era confesor de la reina Isabel, Tomás de Torquemada,
prior de los Dominicos y influyente en la corte.
Torquemada se hizo eco de las protestas de los
cristianos viejos y comenzó a predicar acerca de la conveniencia de crear una
Inquisición en Castilla. En 1478 se produce un acontecimiento fortuito en el
cual se descubre en Sevilla a un grupo de cristianos nuevos que hacían
ceremonias extrañas a la religión cristiana. Esto convence a la reina, quien
ordena a los embajadores de España en Roma que pidan al papa la creación de
una Inquisición en para Castilla y Aragón. El papa Sixto IV expide una bula
en noviembre de 1478 que autoriza a los reyes de España a nombrar
inquisidores y removerlos a perpetuidad.
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Se crea el tribunal y los primeros
inquisidores, Miguel de Morillo y Juan de San Martín, llegan a Sevilla en
setiembre de 1480. Sus pesquisas les llevan a hallar un grupo de criptojudíos
cuyo líder era Diego de Susán. Se levanta la acusación de herejía y luego de un
proceso, los principales autores son condenados a la hoguera en el primer auto
de fe en Sevilla el 6 de febrero de 1481, en el quemadero de la Tablada.
Características
especiales de la Inquisición Española
La Inquisición Española se diferenciaba de la Inquisición
Pontificia en primer lugar por que a los Inquisidores los nombra el rey, no el
papa, o sea que pasan a ser funcionarios de estado y responden a las políticas
del reino; la segunda diferencia es que en que los procesos no eran apelables
en Roma. El tribunal se organizó de tal manera que Torquemada fue nombrado
Inquisidor Supremo para Castilla, Aragón y Sicilia, formando parte del tribunal
el cardenal Mendoza, Miguel Morillo y Juan de San Martín. La sede primitiva
estaba en Sevilla, trasladándose luego a Toledo. La autoridad del Inquisidor
Supremo era inapelable. El Inquisidor Supremo presidía un consejo llamado
supremo, compuesto por cinco ministros.
El papa Clemente VIII les otorgó facultades de
revisar todo tipo de impresos y manuscritos y de prohibir la lectura y
circulación de todos los libros y papeles que juzgasen perjudiciales a la moral
o contrarios a los dogmas ritos y disciplina de la iglesia.
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Composición del
Tribunal
El consejo Supremo nombraba a
los miembros de los Tribunales Subalternos con jurisdicción sobre todo el
territorio del reino y de ultramar.
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Los
tribunales eran formados por dos jueces letrados y un teólogo, tenían el
trato de Señoría y debían vestir traje eclesiástico. Había un fiscal acusador
y un juez de bienes que tasaba las posesiones confiscadas a los acusados. Los
asistía un numero de personal auxiliar que cumplía diversas funciones; entre
ellos, los más importantes para la historia fueron los notarios, que
escribían todas las preguntas y respuestas hechas a los presuntos herejes y
que hoy son muy valiosos documentos, inclusive anotaban las declaraciones
hechas cuando el acusado era sometido a tortura, como veremos en éste ejemplo
de una confesión arrancada bajo la tortura.
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Además, en cada pueblo o ciudad había comisarios que
debían cumplir las órdenes del tribunal de la región. Sus
funciones eran las de difusión de los edictos de la Inquisición,
especialmente el edicto de fe que se leía en las iglesias.
Debía hacerlos cumplir, investigar los casos de herejía que pudieran
presentarse y arrestar a los sospechosos.
Luego estaban los "familiares" que ejercían la
función de vigilancia y protección de los miembros del Santo Oficio y
secundaban a los comisarios en los arrestos. Es importante hacer notar que
todos los miembros, comisarios y familiares del tribunal gozaban de una
indulgencia plena mientras duraran sus funciones. Esto quiere decir que iban
directamente al cielo.
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