miércoles, 26 de febrero de 2014

Historia de la Antártida

La Antártida no cuenta con población nativa originaria, por lo tanto su historia humana no comienza sino hasta el siglo XIX, cuando el continente fue comprobadamente descubierto. El crédito por su descubrimiento entre los años 1820/1821 se disputa entre un mercader británico, un explorador y científico ruso, y un cazador de focas estadounidense (Nathaniel Palmer). Este último la avistó en el año 1821 cuando observó desde lejos las montañas de la Península Antártica que se extienden hacia Tierra del Fuego.

Antiguas teorías

En el Mundo occidental, la creencia en una Terra Australis - un vasto continente localizado en el extremo sur del globo para "equilibrar" a las vastas tierras del norte: Europa, Asia y América del Norte - ha existido por siglos. Los mapas europeos continuaron mostrando esta tierra hipotética hasta que el Capitán James Cook y las tripulaciones de sus barcos Resolution y Adventure, cruzaron tres veces el círculo polar antártico entre 1772 y 1775 desacreditando el mito. Sin embargo, bancos de hielo impidieron a Cook y sus hombres avistar el continente, que era mucho más pequeño de lo que se había pensado hasta entonces. Cook tuvo el presentimiento que se encontraba avistando una tierra cubierta de glaciares. En 1513, el almirante turco Piri Reis dibujó un mapa que se dice muestra parte del continente Antártico.


Polo Norte

El Polo Norte geográfico es uno de los dos lugares de la superficie de un planeta coincidente con el eje de rotación; es opuesto al Polo Sur. Todos los cuerpos celestes poseen un polo Norte y otro Sur cuyo eje de rotación no suele ser perpendicular al eje de traslación. Así, los de la Tierra forman un ángulo de 23,5º y los de Urano 97º.
Una proyección azimutal mostrando el océano Ártico y el Polo Norte.
Imagen de la extensión del 
casquete polar tomada por la NASA en 2005.

El polo Norte geográfico terrestre está situado en el océano Ártico, donde el mar está cubierto por un casquete de hielo o banquisa.
Aparte del geográfico existen otros polos relacionados: el magnético, el geomagnético, el Polo de Inaccesibilidad y el Polo Norte Celeste.
  • El Polo Norte geomagnético es el punto de intersección de la superficie de la tierra con los ejes de un magneto bipolar simple que aproxima el campo magnético terrestre.
  • El Polo Norte de Inaccesibilidad es el punto en el Océano Ártico más alejado de todas las tierras circundantes.
  • El Polo Norte Celeste es un punto imaginario, intersección del eje de rotación terrestre con la esfera celeste.
  • El Polo Norte magnético terrestre actualmente está situado a unos 1.600 km del polo Norte geográfico, cerca de la isla de Bathurst, en la parte septentrional del Canadá, en el territorio de Nunavut. Aunque magnéticamente hablando no es un polo norte sino un polo sur, usualmente es llamado así para no confundirlo al hablar de temas relacionados con la navegación resaltando que se habla del Norte que marcan las brújulas y no el "real" (geográfico) que usualmente traen los mapas. Este lugar cambia continuamente a lo largo del tiempo a una velocidad variable (actualmente estimada en 40 km/año),1 y en otras ocasiones ha estado situado en el hemisferio sur debido a las inversiones periódicas del campo magnético terrestre (la última fue hace 780.000 años). Una brújula situada horizontalmente en este polo apuntaría a cualquier dirección y si se esta suficientemente cerca tendría un error considerable ya que en la mayoría de las brújulas la aguja tendería a apuntar hacia abajo.

POLO SUR

El término Polo Sur se refiere normalmente al Polo Sur Geográfico (90°0′0″S 0°0′0″ECoord.: 90°0′0″S 0°0′0″E (mapa) ), el punto más austral de la superficie terrestre, el opuesto al Polo Norte. Otros «Polo Sur» incluyen el Polo Sur Ceremonial, el Polo Sur Magnético y Geomagnético, y el Polo Sur de Inaccesibilidad.
El Polo Sur en la Tierra, a latitud 90º S, donde convergen todos los meridianos.

El Polo Sur Geográfico se localiza en el extremo austral de un planeta, equivalente a la latitud 90° S, donde convergen todos los meridianos. Se define como el lugar donde el eje de rotación se interseca con la superficie de la Tierra y son aplicables iguales observaciones que para el Polo Norte.




martes, 25 de febrero de 2014

Grandes mentira de la historia

Las mentiras  más grandes de la historia  son una forma divertida de aprender, porque, aunque no lo creas, existen cientos de engaños, falsificaciones y mitos dentro de la historia de la humanidad. Por eso es importante saber distinguir entre la realidad y el mito o la ficción, como te mostraremos aquí con 10 de las más populares.,

Bin Laden no fue el primero en atacar a EEUU en su propio territorio nacional. El "mérito" le corresponde a Pancho Villa, quien en 1916 cruzo Río Grande y atacó la ciudad de Columbus, en Nuevo México, donde mató a siete personas. La invasión duró menos de diez horas.


Las tres carabelas de Colón sólo fueron dos: la Pinta y la Niña. Porque la tercera nave que participó en el descubrimiento de América era una nao, otro tipo de barco de mayor tamaño. Se llamaba María Galante, pero Colón la rebautizó Santa María.


Las brujas de Salem no fueron quemadas en la hoguera. Pero que nadie piense que las indultaron. En realidad fueron ahorcadas, que era la pena que las comunidades protestantes y calvinistas solían dictar para los casos de hechicería.


Napoleón no era tan bajito. De hecho, media 1,68 cm., una estatura aceptable para su época, e incluso superaba por 4cm al duque de Wellington, su gran enemigo.


En Casa Blanca, Bogart nunca pronuncia la frase: "Tócala otra vez, Sam". En realidad, la frase exacta es: "Tócala Sam, Toca As time goes by", y la recita Ingrid Bergman. Para acabar de arruinar el mito, el actor que hacía de Sam (Dooley Wilson) sólo cantaba, ya que no sabía tocar el piano. El acompañamiento se incorporó en el estudio.


Los Vikingos no llevaban cascos con cuernos. Fue una invención del pintor sueco Gustav Malstrom en las ilustraciones que realizó en 1820 para el poema épico "Frithiof`s Saga". El propósito de estos cuernos irreales era retratar a los feroces guerreros del Norte como seres casi demoníacos.


La guerra de los cien años realmente duró 116, de 1337 a 1453, año en que los reyes de Inglaterra y Francia (los países en conflicto) pusieron fin a las hostilidades.


El estrangulador de Boston, Albert de Salvo, no estrangulaba a sus víctimas. Al menos, no a todas. Únicamente asesinó de ese modo a la primera; en cambio a las otras doce las mató a golpes o puñaladas.


George Washington no fue el primer presidente de EE.UU. Al estallar la revolución americana en 1714, una comisión de notables eligió a Peyton Randolph, de manera provisional, para ese cargo. Tras su dimisión, ocho personas actuaron como presidentes en funciones hasta 1789, año en que por fin se aprobó la Constitución americana y se celebraron las primeras elecciones al cargo, en las que Washington fue finalmente elegido.


Walt Disney no sabía dibujar y nunca diseñó ninguno de sus famosos personajes. Durante muchos años se dijo que Mickey Mouse había sido creado por él, pero ahora sabemos que fue obra exclusiva del dibujante Ub Wickers, quien dejó a Disney compartir la autoría para devolverle un favor.

lunes, 24 de febrero de 2014

Guerra De Sucesion Española

La Guerra de Sucesión Española fue un conflicto internacional que duró desde 1701 hasta la firma del tratado de Utrecht en 1713, que tuvo como causa fundamental la muerte sin descendencia de Carlos II de España, último representante de la Casa de Habsburgo, y que dejó como principal consecuencia la instauración de la Casa de Borbón en el trono de España En el interior de España la Guerra de Sucesión evolucionó hasta convertirse en una guerra civil entre borbónicos, cuyo principal apoyo lo encontraron en la Corona de Castilla, y austracistas, mayoritarios en la Corona de Aragón, cuyos últimos rescoldos no se extinguieron hasta 1714 con la capitulación de Barcelona y 1715 con la capitulación de Mallorca ante las fuerzas del rey Felipe V de España. Para la Monarquía Hispánica las principales consecuencias de la guerra fueron la pérdida de sus posesiones europeas y la desaparición de la Corona de Aragón, lo que puso fin al modelo «federal» de monarquía, o «monarquía compuesta», de los Habsburgo españoles.

Los tratados de partición de los territorios de la «monarquía católica» de Carlos II

El último rey de España de la casa de Habsburgo, Carlos II el Hechizado, debido a su esterilidad y enfermedad, no pudo dejar descendencia. Durante los años previos a su muerte –que acaeció en noviembre de 1700– la cuestión sucesoria se convirtió en asunto internacional e hizo evidente que España constituía un botín tentador para las distintas potencias europeas.
Tanto el rey Luis XIV de Francia, de la Casa de Borbón como el emperador Leopoldo I del Sacro Imperio Romano Germánico, de la Casa de Habsburgo alegaban derechos a la sucesión española, debido a que ambos estaban casados con infantas españolas hijas de Felipe IV y asimismo, las madres de ambos eran hijas de Felipe III.
El Gran Delfín de Francia, hijo primogénito y único superviviente de Luis XIV, a través de su madre, María Teresa de Austria, hermana mayor de Carlos II, parecía ser el descendiente del "rey católico" con más derechos a la corona española ya que tanto la madre como la esposa de Luis XIV, Ana de Austria y María Teresa de Austria respectivamente, eran mayores que sus respectivas hermanas, María de Austria y Margarita de Austria, madre y esposa del emperador Leopoldo. Sin embargo, en contra suya jugaba el hecho de que tanto Ana de Austria, madre de Luis XIV, como María Teresa de Austria, esposa de Luis XIV y madre del Gran Delfín, habían renunciado a sus derechos sucesorios a la Corona de España, por ellas y por sus descendientes.7 Además, como heredero también al trono francés, la reunión de ambas coronas hubiese significado, en la práctica, la unión de España –y su vasto imperio– y Francia bajo una misma dirección, en un momento en el que Francia era lo suficientemente fuerte como para poder imponerse como potencia hegemónica.
Por su parte los hijos del emperador Leopoldo I, primo hermano de Carlos II, tenían un parentesco menor que el Gran Delfín ya que su madre no era española sino la alemana Leonor de Neoburgo, así que, como ha señalado Joaquim Albareda, "en términos legales la cuestión sucesoria era enrevesada, ya que ambas familias [Borbones y Austrias] podían reclamar derechos a la corona [española]".8
Por otro lado, las otras dos grandes potencias europeas, Inglaterra y los Países Bajos, veían con preocupación la posibilidad de la unión de las Coronas francesa y española a causa del peligro que para sus intereses supondría la emergencia de una potencia de tal orden. También ofrecían problemas los hijos de Leopoldo I, puesto que la elección de alguno de los dos como heredero supondría la resurrección de un imperio semejante al de Carlos I de España del siglo XVI (deshecho por la división de su herencia entre su hijo Felipe II de España y su hermano Fernando I de Habsburgo). Un temor compartido por Luis XIV que no quería que volviese a repetirse la situación de los tiempos de Carlos I de España, en la que el eje España-Austria aisló fatalmente a Francia. Así que tanto Inglaterra como los Países Bajos apoyaron una tercera opción, que también era bien vista por la corte española, la del hijo del Elector de Baviera, José Fernando de Baviera, bisnieto de Felipe IV y sobrino nieto del rey Carlos II. Aunque tanto Luis XIV como Leopoldo I estaban dispuestos a transferir sus pretensiones al trono a miembros más jóvenes de su familia –Luis al hijo más joven del Delfín, Felipe de Anjou, y Leopoldo a su hijo menor, el Archiduque Carlos–, la elección del candidato bávaro parecía la opción menos amenazante para las potencias europeas. Así que el rey Carlos II nombró a José Fernando de Baviera como su sucesor.
Para evitar la formación de un bloque hispano-alemán que ahogara a Francia, Luis XIV auspició el Primer Tratado de Partición, firmado en La Haya en 1698, a espaldas de España. Según este tratado, a José Fernando de Baviera se le adjudicaban los reinos peninsulares (exceptuando Guipúzcoa), Cerdeña, los Países Bajos españoles y las colonias americanas, quedando el Milanesado para el Archiduque Carlos y Nápoles, Sicilia, los presidios de Toscana y Finale y Guipúzcoa para el Delfín de Francia, como compensación por su renuncia a la corona hispánica. El problema surgió cuando José Fernando de Baviera murió prematuramente en 1699, lo que llevó al Segundo Tratado de Partición, también a espaldas de España. Bajo tal acuerdo el archiduque Carlos era reconocido como heredero, pero dejando todos los territorios italianos de España, además de Guipúzcoa, a Francia. Si bien Francia, los Países Bajos e Inglaterra estaban satisfechas con el acuerdo, Austria no lo estaba y reclamaba la totalidad de la herencia española. Tampoco fue aceptado por la corte española, encabezada por el cardenal Portocarrero, porque además de imponer un heredero suponía la desmembración de los territorios de la Monarquía.



El comienzo de la guerra (1701-1705)

 

rimeras acciones bélicas

Como rey de España Felipe V poseía el ducado de Milán y junto con Francia estaba aliado con varios príncipes italianos, como Víctor Amadeo II de Saboya36 y Carlos III, duque de Mantua,37 , por lo que las tropas francesas ocuparon casi todo el norte de Italia hasta el lago de Garda. El príncipe Eugenio de Saboya, al mando de las tropas del emperador austriaco, dio comienzo a las hostilidades en 1701, sin declaración de guerra, batiendo al mariscal francés Nicolas Catinat en la batalla de Carpi, así como a su sucesor el mariscal duque de Villeroy en la batalla de Chiari, pero no consiguió tomar Milán por problemas de suministros. A comienzos de 1702 el primer ataque lo lanzaron las tropas austriacas contra la ciudad de Cremona, en Lombardía, haciendo prisionero a Villeroy (batalla de Cremona). Su puesto lo ocupó el duque de Vendôme, que rechazó las tropas invasoras del ejército del príncipe Eugenio de Saboya. Los partidarios del emperador Leopoldo I atacaron primero a los Electores de Colonia y Brunswick, que se habían puesto del lado de Luis XIV de Francia, ocupando dichos principados. También deseaban impedir que se unieran las fuerzas francesas con las del Elector de Baviera, para lo cual reclutaron un ejército al mando del margrave Luis Guillermo de Baden, que tomó posiciones en el Rin superior frente a las fuerzas francesas mandadas por el mariscal Villars. El margrave de Baden conquistó el 9 de septiembre de 1702 Landau, en Alsacia, y el 14 de octubre de 1702 se volvieron a enfrentar ambos ejércitos en la batalla de Friedlingen, de la que ninguno salió vencedor pero tuvo como consecuencia que los franceses retrocedieran detrás del Rin y no pudieran unirse con los bávaros. Más al norte, el mariscal Tallard ocupó de nuevo todo el ducado de Lorena y la ciudad de Tréveris.
Estimulado por su abuelo, en 1702 Felipe V desembarcó cerca de Nápoles pacificando el Reino de las Dos Sicilias en un mes, tras lo cual reembarcó hacia Finale. De ahí fue a Milán, siendo recibido con entusiasmo también allí e incorporándose a comienzos de julio al ejército del duque de Vendôme cerca del río Po. La primera batalla tuvo lugar en Santa Vittoria y supuso la destrucción del ejército del general Visconti por las tropas franco-españolas, a la que siguió un sangriento intento de desquite en la batalla de Luzzara. Su comportamiento en estas batallas fue brillante, rayando lo temerario. Sumido en un nuevo acceso de su enfermiza melancolía, se reembarcó y regresó a España, pasando por Cataluña y Aragón y haciendo entrada triunfal en Madrid el 13 de enero de 1703. A su regreso le esperaban las malas noticias de que la Dieta imperial le había declarado la guerra a él y a su abuelo como usurpadores del trono español. El ejército del duque de Borgoña tuvo que retirarse ante la superioridad del duque de Marlborough (protagonista de la canción infantil Mambrú se fue a la guerra), perdiéndose Raisenwertz, Vainloo, Rulemunda, Senenverth, Maseich, Lieja y Landau en Alsacia. Contrarrestaron un poco esto los éxitos del Elector de Baviera (aliado de la causa borbónica) tomando Ulm y Memmingen.

Los aliados llevan la guerra a la península

Una de las principales preocupaciones de los aliados era conseguir una base naval en el Mediterráneo para las flotas inglesa y holandesa. Su primera tentativa fue tomar Cádiz en agosto de 1702, pero fracasó.38 En la batalla de Cádiz un ejército aliado de 14 000 hombres desembarcó cerca de esa ciudad en un momento en que no había casi tropas en España. Se reunieron a toda prisa, recurriéndose incluso a fondos privados de la esposa de Felipe V, la reina María Luisa Gabriela de Saboya (que en el futuro sería conocida afectuosamente por los castellanos como «la Saboyana»), y del cardenal Luis Manuel Fernández de Portocarrero. Sorprendentemente este ejército aliado fue rechazado, triunfando la defensa española.
Antes de reembarcar el 19 de septiembre, las tropas aliadas se dedicaron al pillaje y al saqueo del Puerto de Santa María y de Rota, lo que sería utilizado por la propaganda borbónica –según el felipista Marqués de San Felipe los soldados «cometieron los más enormes sacrilegios, juntando la rabia de enemigos a la de herejes, porque no se libraron de su furor los templos y las sagradas imágenes»– e hizo imposible que Andalucía se sublevara contra Felipe V tal como tenían planeado los austracistas castellanos encabezados por el almirante de Castilla.39
Cuadro de la batalla de Rande en la ría de Vigo.
Otra de las preocupaciones de los aliados era interferir las rutas transatlánticas que comunicaban España con su Imperio en América, especialmente atacando la flota de Indias que transportaba metales preciosos que constituían la fuente fundamental de ingresos de la Hacienda de la Monarquía española. Así en octubre de 1702 las flotas inglesa y holandesa avistaron frente a las costas de Galicia a la flota de Indias que procedía de La Habana, escoltada por veintitrés navíos franceses, que se vio obligada a refugiarse en la ría de Vigo. Allí fue atacada el 23 de octubre por los barcos aliados durante la batalla de Rande infligiéndole importantes pérdidas, aunque la práctica totalidad de la plata fue desembarcada a tiempo.40 Fue conducida primero a Lugo y más tarde al alcázar de Segovia.
Uno de los principales giros de la guerra tuvo lugar en el verano de 1703, cuando el reino de Portugal y el ducado de Saboya se sumaron a los restantes estados que componían el Tratado de La Haya, hasta entonces formada únicamente por Inglaterra, Austria y los Países Bajos. El duque de Saboya, a pesar de ser el padre de la esposa de Felipe V, firmó el Tratado de Turín y Pedro II de Portugal, que en 1701 había firmado un tratado de alianza con los borbones, negoció con los aliados el cambio de bando a cambio de concesiones a costa del Imperio español en América, como la Colonia de Sacramento, y de obtener ciertas plazas en Extremadura –entre ellas Badajoz– y en Galicia –que incluía Vigo–. Así el 16 de mayo de 1703 se firmó el Tratado de Lisboa que convirtió a Portugal en una excelente base de operaciones terrestres y marítimas para el bando austracista.41
La entrada en la Gran Alianza de Saboya y, sobre todo, de Portugal dio un vuelco a las aspiraciones de la Casa de Austria, que ahora veía mucho más cercana la posibilidad de instalar en trono español a uno de sus miembros. Así el 12 de septiembre de 1703 el emperador Leopoldo I proclamó formalmente a su segundo hijo, el archiduque Carlos de Austria, como "Rey Carlos III de España", renunciando al mismo tiempo en nombre suyo y de su primogénito a los derechos a la corona hispánica, lo que hizo posible que Inglaterra y Holanda reconocieran a Carlos III como rey de España. A partir de aquel momento había formalmente dos reyes de España.42
El 4 de mayo de 1704 el archiduque Carlos desembarcó en Lisboa contando con el favor del rey Pedro II de Portugal. La causa «carlista» (como fue llamándose, aunque no está relacionada con las Guerras Carlistas) iba ganando adeptos. El rey Pedro II publicó un manifiesto en el que justificaba su decisión de retirar su apoyo a Felipe V.43 Carlos III llegó a Lisboa al frente de una flota angloholandesa que contaba con 4 000 soldados ingleses y 2 000 holandeses, a los que sumaron 20 000 portugueses pagados por las dos potencias marítimas. En Santarém Carlos proclamó su propósito de «liberar a nuestros amados y fieles vasallos de la esclavitud en que los ha puesto el tiránico gobierno de la Francia» que pretende «reducir los dominios de España a provincia suya». Permaneció en Lisboa hasta el 23 de julio de 1705.44
El archiduque efectuó un intento de invasión por el valle del Tajo, en Extremadura, con un ejército anglo-holandés que fue rechazado por el ya considerable ejército real de 40.000 hombres, a las órdenes de Felipe V desde marzo, y que posteriormente recibiría refuerzos franceses al mando de James Fitz-James, I duque de Berwick, un general brillante de origen inglés. Un segundo intento anglo-portugués tratando de tomar Ciudad Rodrigo también fue rechazado.
A British Man of War before the Rock of Gibraltar, obra de Thomas Whitcombe.
Por su parte Inglaterra había apostado por el dominio de los mares desde hacía mucho tiempo, y en realidad lo que deseaba era el desgaste de los dos contendientes, así como el reparto de los territorios españoles para poder obtener puntos estratégicos para su comercio y obtener los máximos beneficios. En 1704, sir George Rooke y Jorge de Darmstadt llevaron a cabo el desembarco de Barcelona, empresa que se convirtió en fracaso debido a que las instituciones catalanas, a pesar de sus simpatías por la causa austracista, no encabezaron ninguna rebelión. Sin embargo, de regreso, la flota asedió Gibraltar, la cual estaba defendida sólo por 500 hombres, la mayoría milicianos, al mando de don Diego de Salinas. Gibraltar se rindió honrosamente el 4 de agosto de 1704 al Príncipe de Darmstadt tras dos días de lucha –es decir, se rindió a tropas bajo la bandera de un autoproclamado rey español, Carlos III de Habsburgo– y el príncipe asumió el cargo de gobernador de la plaza.
Una flota francesa al mando del conde de Toulouse intentó recuperar Gibraltar pocas semanas después enfrentándose a la flota angloholandesa al mando de Rooke el 24 de agosto a la altura de Málaga. La batalla naval de Málaga fue una de las mayores de la guerra. Duró trece horas pero al amanecer del día siguiente la flota francesa se retiró, con lo que Gibraltar continuó en manos de los aliados. Así que finalmente consiguieron lo que habían venido intentando desde el fracaso de la toma de Cádiz en agosto de 1702: una base naval para las operaciones en el Mediterráneo de las flotas inglesa y holandesa.44
John Churchill, I Duque de Marlborough, vencedor de la batalla de Blenheim (óleo por Adriaen van der Werff).
En el mismo mes en que se produjo la toma de Gibraltar, los aliados conseguían en la batalla de Blenheim (Baviera) una de sus mayores y más decisivas victorias de la guerra. En la batalla que tuvo lugar el 13 de agosto de 1704 se enfrentaron un ejército francobávaro de 56 000 hombres al mando del conde Marcin y de Maximiliano II Manuel de Baviera y un ejército aliado compuesto por 67 000 soldados imperiales, ingleses y holandeses al mando del duque de Malborough. El combate duró 15 largas horas al final del cual el ejército borbónico sufrió una derrota total: tuvo 34 000 bajas y 14 000 soldados fueron hechos prisioneros. Los aliados por su parte perdieron 14 000 hombres entre muertos y heridos. El Elector de Baviera se refugió en los Países Bajos españoles mientras su Estado era ocupado y administrado por los austríacos –y así permanecería hasta el final de la guerra–, con lo que Luis XIV perdía a su principal aliado en el centro de Europa. Según la mayoría de los historiadores la victoria de Blenheim puso fin a "cuarenta años de supremacía militar francesa en el continente". "A partir de aquel momento Luis XIV se enfrentaba a un escenario bélico claramente adverso".

 

El final del conflicto (1711-1714)

 

Hacia la paz de Utrecht

Luis XIV y sus herederos (hacia 1710). De izquierda a derecha: Luis, duque de Bretaña, vestido de niña; el Gran Delfín, hijo de Luis XIV; Luis XIV, sentado; Luis duque de Borgoña, hijo del Gran Delfín y padre del duque de Bretaña.
El 17 de abril de 1711 murió el emperador José I de Habsburgo, siendo su sucesor su hermano el archiduque Carlos. Tres días antes había fallecido Luis de Francia, apodado el «Gran Delfín» y padre de Felipe V, lo que colocaba a éste en una posición aún más cercana a la sucesión de Luis XIV, teniendo todavía por delante a su hermano mayor, el duque de Borgoña y al hijo de este, un niño débil a quien todos auguraban una muerte temprana, llamado Luis, en este momento duque de Anjou, al dejar Felipe el ducado vacante, y que finalmente sería quien reinaría como Luis XV. Estos decesos dieron un giro a la situación. La posible unión de España con Austria en la persona del archiduque podía ser más peligrosa que la unión España-Francia: suponía la reaparición del bloque hispano-alemán que tan perjudicial había sido a los otros países en los tiempos del emperador Carlos V. Los demás estados europeos, y sobre todo Inglaterra, aceleraron las negociaciones de cara a una posible paz cuanto antes, ahora que la situación les era conveniente, y comenzaron a ver las ventajas de reconocer a Felipe V como rey español. Para su suerte, Francia estaba exhausta, lo que la hacía más proclive a las negociaciones. El pacto de Luis XIV con Inglaterra se produjo en secreto. Inglaterra se comprometía a reconocer a Felipe V a cambio de conservar Gibraltar y Menorca y ventajas comerciales en Hispanoamérica. Las conversaciones formales se abrieron en Utrecht en enero de 1712, sin que España fuese invitada a las mismas en este momento.
En febrero de 1712 moría el duque de Borgoña, quedando sólo Luis, al cual todos consideraban como incapaz. Luis XIV deseaba nombrar regente a su hijo Felipe, pero los ingleses pusieron como condición indispensable para la paz que las dos coronas de España y Francia quedaran separadas. El que ocupara uno de los reinos debía forzosamente renunciar al otro. En España se produjeron por aquellos días escaramuzas sin importancia, aunque se reafirmó el apoyo de Barcelona a Isabel Cristina, la esposa del Archiduque Carlos, entonces ya Emperador Carlos VI del Sacro Imperio, que se había quedado en la ciudad en calidad de regente y como garantía de que su marido no renunciaba a sus pretensiones sobre el trono español. En el escenario europeo se produjo el 24 de julio la derrota del príncipe Eugenio de Saboya en la batalla de Denain, lo que permitió a los franceses recuperar varias plazas. Finalmente Felipe V hizo pública su decisión. El 9 de noviembre de 1712 pronunció ante las Cortes su renuncia a sus derechos al trono francés, mientras los otros príncipes franceses hacían lo mismo respecto al español ante el parlamento de París, lo cual eliminaba el último punto que obstaculizaba la paz.59

El Tratado de Utrecht

El 11 de abril de 1713 se firmó el primer Tratado de Utrecht entre la Monarquía de Gran Bretaña y otros estados aliados y la Monarquía de Francia, que tuvo como consecuencia la tan temida partición de los estados de la Monarquía Hispánica que Carlos II y sus consejeros habían querido evitar. Los Países Bajos católicos (correspondientes aproximadamente a las actuales Bélgica y Luxemburgo), el reino de Nápoles, Cerdeña y el ducado de Milán quedaron en manos del ahora ya emperador Carlos VI del Sacro Imperio Romano Germánico, mientras que el reino de Sicilia pasó al duque de Saboya (aunque en 1718 lo intercambiaría con Carlos VI por la isla de Cerdeña). El 10 julio se firmó un segundo Tratado de Utrecht entre las Monarquías de Gran Bretaña y de España según el cual Menorca y Gibraltar pasaban a la Corona británica —la Monarquía de Francia ya le había cedido en América la Isla de Terranova, la Acadia, la isla de San Cristóbal, en las Antillas, y los territorios de la bahía de Hudson—. A eso hay que sumar los privilegios que obtuvo Gran Bretaña en el mercado de esclavos, mediante el derecho de asiento, y el navío de permiso, en las Indias españolas.
Fronteras de Europa después de los Tratados de Utrecht, Rastadt y Baden.
El Imperio Austria se había quedado fuera de esta paz, ya que Carlos VI no renunciaba al trono español, y la emperatriz austríaca seguía en Barcelona. Las cesiones españolas al Sacro Imperio Romano Germánico no se harían efectivas hasta que Carlos VI del Sacro Imperio Romano Germánico renunciase a sus pretensiones. Esto sucedió en dos fases, primero con la paz entre el Imperio y la Monarquía de Francia en el Tartado de Rastadt el 6 de mayo de 1714, confirmado en el Tratado de Baden de septiembre, y, definitivamente, por el Tratado de Viena (1725), firmado por los plenipotenciarios de Felipe V y Carlos VI. Como consecuencia de este último tratado pudieron regresar a España y recuperar sus bienes la nobleza austracista que se había exiliado en Viena, entre los que destacaban el duque de Uceda y los condes de Galve, Cifuentes, Oropesa y Haro.
Al intentar hacer un balance de vencedores y vencidos en el momento del tratado de Utrecht es un poco difícil hablar en términos absolutos. Gran Bretaña puede considerarse vencedora, ya que se hizo con estratégicas posesiones coloniales y puertos marítimos que fueron la base de su supremacía futura y del Imperio británico. El ducado de Saboya recibió ampliaciones que lo transformaron en el Reino de Piamonte. El electorado de Brandeburgo se extendería transformándose en el Reino de Prusia. El lote italiano del Imperio español pasó a manos del emperador austríaco Carlos VI, aunque se recuperaría de facto el Reino de Nápoles en 1734 tras la Batalla de Bitonto (un episodio de la Guerra de Sucesión polaca). Es de reseñar también la pérdida de Orán y Mazalquivir en 1708 a manos del Imperio otomano, consecuencia indirecta de la guerra al no poder trasladarse tropas de refuerzo a esta ciudad por estar combatiendo en Europa.

El Principado de Cataluña sigue resistiendo (1713-1714)

Castillo de Cardona, último reducto de la resistencia catalana al rey Felipe V de España.
Tras la repentina muerte de su hermano, el archiduque Carlos fue elegido emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico en septiembre de 1711. Esto le obligó a trasladarse a Fráncfort para su coronación como emperador con el título de Carlos VI y en consecuencia abandonar Cataluña, si bien dejó como regente a su esposa, la emperatriz Isabel Cristina de Brunswick. Cataluña esperaba que sus leyes e instituciones propias fuesen preservadas según lo acordado en el Pacto de Génova de 1705 firmado por los representantes del Principado y de la reina Ana de Inglaterra. Así, cuando en 1712 comenzaron las negociaciones de paz en Utrecht, Gran Bretaña planteó a Felipe V el "caso de los catalanes" y le pidió que conservase los fueros, a lo cual éste se negó, aunque prometió una amnistía general. Los ingleses no insistieron, puesto que tenían prisa por que se firmase el tratado y disfrutar de las enormes ventajas que les proporcionaba. Al conocer este acuerdo y presionada por Gran Bretaña, Austria accedió secretamente a un armisticio en Italia y confirmó el convenio sobre la evacuación de sus tropas de Cataluña. Finalmente la emperatriz también se embarcó en marzo de 1713, oficialmente para «asegurar la sucesión» del trono austríaco, quedando como virrey el príncipe Starhemberg, en realidad con la única misión de negociar una capitulación en las mejores condiciones posibles, pero ni siquiera esto se consiguió dado que Felipe V no aceptaba el mantenimiento de los fueros catalanes. Por otra parte, el Tratado de Utrecht únicamente había incluido una cláusula por la que se concedía una amnistía general a los catalanes y que gozarían de los mismos privilegios que sus súbditos castellanos, pero no los suyos propios.
El gobierno catalán se componía entonces de tres instituciones, los Tres Comunes de Cataluña: el Consejo de Ciento que se encargaba de la ciudad de Barcelona, la Diputación General o Generalitat, de atribuciones sobre todo tributarias sobre el conjunto del territorio, y el Brazo militar de Cataluña. El 22 de junio de 1713 el príncipe Starhemberg comunicó a los catalanes que había llegado a un acuerdo con el general borbónico en el llamado convenio del Hospitalet para la evacuación de las tropas, y como garantía les había entregado Tarragona. Tras ello, se embarcó secretamente junto con sus soldados, dejando a Cataluña a su suerte. En Barcelona se formó la Junta de Brazos de las Cortes, la cual decidió una defensa numantina. Mientras tanto el comandante borbónico, el duque de Popoli, sometía las ciudades circundantes y terminó pidiendo la rendición de la propia Barcelona, a lo que ésta se negó. Entonces Popoli inició un bloqueo marítimo, no demasiado eficaz, ya que era burlado por Mallorca, Cerdeña e Italia. En los siguientes meses se produjeron levantamientos en el campo, que fueron rápidamente sofocados. En marzo de 1714 se firmó el Tratado de Rastatt, confirmado en septiembre por el Tratado de Baden, lo que suponía el abandono definitivo de Carlos VI. El emperador envió una carta a la Diputación General de Cataluña en la que les explicaba que había firmado el tratado de Rastatt obligado por las circunstancias y que todavía mantenía el título de rey de España.

La batalla del 11 de septiembre de 1714

Asalto final sobre Barcelona del 11 de septiembre de 1714.
Felipe V, tras superar la muerte de su mujer, volvió exigir la rendición de Barcelona que fue rechazada por los resistentes encabezados por el general Antonio de Villarroel y por el conseller en cap Rafael Casanova. La ciudad había sido asediada por un ejército de 40.000 hombres y 140 cañones, y Felipe V respondió iniciando el bombardeo. El asedio continuó durante dos meses (previamente había sufrido nueve meses de dudoso bloqueo marítimo). El 11 de septiembre de 1714 el mariscal de Berwick ordenó el asalto; la defensa de los catalanes fue «obstinada y feroz», tal como recordaba el marqués de San Felipe,60 y en la lucha cayó herido gravemente61 el Conseller en cap (Consejero primero del Consejo de Ciento de Barcelona), Rafael Casanova cuando lideraba el contraataque contra las tropas borbónicas62 63 blandiendo la bandera de Santa Eulalia para enardecer a los defensores.64
En una última llamada a la población barcelonesa, los Tres Comunes de Cataluña65 ordenaron publicar el siguiente bando considerado por el historiador catalanista y fundador del Centre Català José Coroleu e Inglada y José Pella y Forgas "el documento más importante de los anales de aquella guerra" porque en la Ciudad Condal, "último baluarte de las antiguas libertades de la Península, finía la independencia nacional de una raza, los habitantes de la Corona de Aragón, en otros tiempos indomable, lanzando con los últimos alientos de su vida su testamento político en digna y solemne justificación de su historia y protesta de su conducta para los venideros siglos en esta forma sublime" y del cual se adjunta copia de la traducción en español del original catalán:

 

La Union Europea

Situación de Unión EuropeaLa Unión Europea (UE) es una comunidad política de Derecho constituida en régimen de organización internacional, sui generis, nacida para propiciar y acoger la integración y gobernanza en común de los estados y los pueblos de Europa. Está compuesta por veintiocho estados europeos y fue establecida con la entrada en vigor del Tratado de la Unión Europea (TUE), el 1 de noviembre de 1993.
Con ese acto, la supraestructura «Unión Europea» aunaba y se fundaba sobre las tres Comunidades Europeas preexistentes (CECA, Euratom y CEE/CE) y les añadía la política exterior común y la cooperación judicial y policial, formando un sistema complejo conocido como «los tres pilares». Sin embar
go, con la entrada en vigor, el 1 de diciembre de 2009, del Tratado de Lisboa, la Unión Europea sucedió, por completo aunque con ciertas particularidades, a las Comunidades Europeas y asumió con ello su personalidad jurídica única como sujeto de Derecho internacional.
La Unión Europea ha desarrollado un sistema jurídico y político, el comunitario europeo, único en el mundo, que se rige por mecanismos y procedimientos de funcionamiento interno complejos, que se han extendido y evolucionado a lo largo de su historia hasta conformar, en la actualidad, un sistema híbrido de gobierno transnacional difícilmente homologable que combina elementos próximos a la cooperación multilateral, si bien fuertemente estructurada e institucionalizada, con otros de vocación netamente supranacional, regidos ambos por una dinámica de integración regional muy acentuada.
Todo esto desemboca en una peculiarísima comunidad de Derecho, cuya naturaleza jurídica y política es muy discutida, si bien sus elementos fundacionales y su evolución histórica, todavía abierta, apuntan, en el presente, a una especial forma de moderna confederación o gobernanza supranacional, acusadamente institucionalizada y con una inspiración histórico-política de vocación federal —en el sentido de un federalismo internacional nuevo, no de un Estado federal clásico— que se detecta con cierta claridad en ámbitos como la ciudadanía europea, los principios de primacía y efecto directo que le son aplicables a su ordenamiento jurídico en relación con los ordenamientos nacionales, el sistema jurisdiccional o la unión monetaria (el sistema del euro).
La Unión Europea, y antes las Comunidades, promueve la integración continental por medio de políticas comunes que abarcan distintos ámbitos de actuación, en su origen esencialmente económicos y progresivamente extendidos a ámbitos indudablemente políticos. Para alcanzar sus objetivos comunes, los estados de la Unión le atribuyen a esta determinadas competencias, ejerciendo una soberanía en común o compartida que se despliega a través de los cauces comunitarios.
La Unión Europea se rige por un sistema interno en régimen de democracia representativa.9 Sus instituciones son siete: el Parlamento Europeo, el Consejo Europeo, el Consejo, la Comisión Europea, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, el Tribunal de Cuentas y el Banco Central Europeo. El Consejo Europeo ejerce funciones de orientación política general y de representación exterior, y nombra a los jefes de las altas instituciones constitucionales; el Parlamento Europeo y el Consejo ejercen la potestad legislativa en igualdad de condiciones, tomando decisiones conjuntas —a excepción de los procedimientos legislativos especiales, donde el Parlamento desempeña un papel meramente consultivo la Comisión o Colegio de Comisarios aplica el Derecho de la Unión, supervisa su cumplimiento y ejecuta sus políticas, y a ella corresponde en exclusiva la iniciativa legislativa ante el Parlamento y la Comisión; el Tribunal de Justicia ejerce las labores jurisdiccionales supremas en el sistema jurídico comunitario; el Tribunal de Cuentas supervisa y controla el buen funcionamiento y la adecuada administración de las finanzas y de los fondos comunitarios; y el Banco Central Europeo dirige y aplica la política monetaria única de la zona euro.
La Unión cuenta también con otros órganos, instancias y organismos de funciones y atribuciones diversas, como el Comité Económico y Social, el Comité de las Regiones, el Defensor del Pueblo Europeo, el Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, entre otros.
El territorio de la Unión comprende el de todos sus estados miembros, que son: Alemania, Austria, Bélgica, Bulgaria, Chipre, República Checa, Croacia, Dinamarca, Eslovaquia, Eslovenia, España, Estonia, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Irlanda, Italia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Malta, Países Bajos, Polonia, Portugal, Reino Unido, Rumanía y Suecia.
En 2012 la Unión Europea ganó el Premio Nobel de la Paz, que fue otorgado por unanimidad de todos los miembros del jurado, «por su contribución durante seis décadas al avance de la paz y la reconciliación, la democracia, y los derechos humanos en Europa».Fue recogido por el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, el del Parlamento Europeo, Martin Schulz y el del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy.

miércoles, 19 de febrero de 2014

LOS SANTOS PATRONOS

LOS SANTOS PATRONOS DE LOS PROFESIONALES
Abogados: Raimundo de Peñafort y Tomás Moro
Actores: Juan Bosco
Aduaneros: Mateo
Agentes de Propiedad: Teresa de Ávila
Agricultores: Isidro el Labrador
Albañiles: Antonio de Padua
Alpinistas: Bernardo de Mentón
Amas de casa: Ana
Animales domésticos: Antonio Abad
Anunciantes: Bernardino de Siena
Aprendices: Juan Bosco
Arquitectos: Tomas Apóstol
Arte: Catalina de Bolonia
Artilleros: Bárbara
Aseguradores: Nuestra Sra del Perpetuo Socorro
Astilleros: Cristóbal
Atletas: Sebastián
Aviadores: Virgen de Loreto y José de Cupertino

Bancos: Mateo y Miguel
Barcos: Clemente y Juan Nepomuceno
Bibliotecarios: Jerónimo
Bomberos: Bárbara y Juan de Dios
Bordadoras: Clara

Cajas de ahorro: Antonio María Claret
Canonistas: Raimundo de Peñafort
Cantantes: Gregorio Magno
Canteras: Bárbara
Carniceros: Antonio Abad
Carpinteros: José esposo de la Virgen María
Carreteros: Catalina de Alejandría
Carteros: Gabriel
Cementerios: Antonio Abad
Censores: Anastasia
Cerrajeros: Pedro
Chóferes: Cristobal
Científicos: Alberto Magno, Tomás de Aquino
Cine: Juan Bosco
Cirujanos: Cosme y Damián, Lucas
Cobradores: Mateo
Cocineros: Lorenzo y Marta
Colchoneros: Lucía
Conserjes: Lucía
Contables: Mateo
Corazón, enfermedades: Juan de Dios
Correos: Gabriel Arcángel
Cosedoras: Ana y Verónica
Cuchilleros: Juan Bautista y Lucía

Dentistas: Apolonia, Cosme y Damián
Diplomáticos: Arcángel San Gabriel
Documentales: Jerónimo, Cayetano

Ecología: Francisco de Asís
Editores: Juan Bosco
Educadores: Felipe Neri
Ejército: Bárbara
Embajadores: Arcángel San Gabriel
Enamorados: Valentín
Enfermería: Agueda, Juan de Dios, Martín de Porres
Enfermos: Nuestra Señora de Lourdes, Juan de Dios
Escoberos: Ana
Escolta: Jorge
Escritores: Juan Evangelista y Francisco de Sales
Escolares: Brígida
Escuelas: Tomás de Aquino
Escultores: Lucas
Esquiadores: Bernardo de Mentón
Estudiantes: Tomás de Aquino, San José de Copertino
Fabricantes de cajas y maletas: Juan
Fabricantes de cinturones: Alejo
Fabricante de espejos: Juan
Fabricantes de juguetes: Claudio
Fabricantes de telas: Francisco de Asís
Farmacéuticos: Nicolás, María Magdalena
Filósofos: Catalina de Alejandría
Floristas: Dorotea
Fotógrafos: Verónica
Funcionarios: Mateo
Funerarias: José de Arimatea

Garajistas: Eloy
Garganta: Blas
Grabadores: Juan Evangelista
Guanteros: Ana, Bartolomé, Magdalena
Guardas forestales: Eustaquio

Hospitales: Juan de Dios, Martín de Porres
Hoteleros: Marta
Humoristas: Felipe Neri

Iglesia: José
Ingenieros: Benito el Joven, José
Impresores: Juan de Dios, Agustín
Intérpretes: Marcos

Jardineros: Abelardo, Dorotea, María Magdalena
Joyeros: Ana, Eligio, Eloy, Genaro
Jóvenes: Luis Gonzaga
Juristas-jueces: Tomás Moro

Laringólogos: Blas

Madres de Familia: Virgen María
Maestros: Gregorio Magno, Juan Bautista de la Salle, José Calasanz
Marmolistas: Clemente
Marineros: Virgen del Carmen, Cutberto
Mecánicos: Eloy
Mecanógrafos: Tecla
Médicos: Cosme y Damián
Mensajeros: Gabriel Arcángel
Militares: Mauricio
Mineros: Ana, Bárbara
Misioneros: Teresa de Lisieux, Francisco Javier
Modistas: Lucía
Molineros: Catalina de Alejandría, Cristina, Víctor, Vinoco
Monjes: Benito
Moralistas: Alfonso María Ligorio
Moribundos: San José
Motoristas: Francisca Romana
Músicos: Cecilia

Nodrizas: Ágata
Notarios: Catalina de Alejandría, Ginés de Arlés, Guido, Lucas, Lucía, Marcos.

Obreros: José esposo de la Virgen
Oculistas: Lucía, Otilia
Ópticos: Marcos, Otilia, Lucía
Oradores: Juan Crisóstomo
Organistas: Cecilia

Padres de familia: José esposo de la Virgen
Panaderos: Honorato de Amiens, Ambrosio, Fermín, Miguel, Nicolás, Zita
Papeleros: Antonio de Padua, Juan Evangelista, Lucía
Paracaidistas: Miguel
Párrocos: Juan María Vianney
Parto, Parteras: Ramón Nonato
Pastores: Pascual Bailón, Genoveva
Peleteros: Juan Bautista
Peluqueros: Luís rey de Francia, María Magdalena
Perfumería: María Magdalena, Isabel de Portugal, Nicolás
Periodistas: Francisco de Sales
Pescadores: Andrés, Pedro
Pintores: Lucas, Angélico, Lázaro de Constantinopla,
Pirotécnicos: Bárbara
Poetas: Juan de la Cruz, Gregorio Nacianceno
Predicadores: Juan Crisóstomo
Procuradores: Guido

Radio (locutores y operadores): Arcángel San Gabriel
Recaudadores: Mateo
Relojeros: Pedro

Sacerdotes: Juan María Vianney
Sacristanes: Guido de Anderlecht
Sastres: Francisco de Asís, Antonio María Claret, Martín de Tours
Secretarias: Marcos
Seminaristas: Frank Parater, seminarista
Segadores: Juan el Segador, Pedro
Sirvientes domésticos: Onésimo y Zita
Soldados: Martín de Tours, Jorge, Sebastián, Mauricio

Taberneros: Marta, Teodoto
Tapiceros: Sebastián
Tejedores: Francisco de Asís, Antonio-María Claret
Tejedores de Cestos: Antonio Abad
Telecomunicaciones: Arcángel San Gabriel
Televisión: Clara de Asís
Teólogos: Tomás de Aquino, Agustín
Tintoreros: Mauricio
Trabajadores sociales: Luisa de Marillac
Traductores: Jerónimo

Universidades: Tomás de Aquino

Vaqueros: Bartolomé
Veterinarios: Eloy
Viajeros: Cristóbal, Julián Hospitalario, Martín
Vidrieros: Marcos
Violinistas: Cecília

Zapateros: Crispín

FALLAS

Las Fallas (Falles en valenciano) son unas fiestas con una arraigada tradición en la ciudad de Valencia y diferentes poblaciones de la Comunidad Valenciana, que se celebran del 15 al 19 de marzo. Oficialmente empiezan el último domingo de febrero con el acto de la crida (Cridà en valenciano). Actualmente, esta festividad se ha convertido en un atractivo turístico muy importante, ya que están catalogadas como fiesta de Interés Turístico Internacional. Estas fiestas también son llamadas fiestas josefinas o festes de Sant Josep (en valenciano), ya que se celebran en honor a San José, patrón de los carpinteros.

 

Historia

La víspera de San José se encendían hogueras para anunciar su festividad, recibiendo esa práctica ritual el nombre de falla.

La versión popular del origen de las fallas según el Marqués de Cruïlles, fueron iniciadas por el gremio de carpinteros que quemaban en la víspera del día de su patrón San José, en una hoguera purificadora, las virutas y trastos viejos sobrantes, haciendo limpieza de los talleres antes de entrar la primavera. Además, quemaban sus "parots" (estructuras de las que colgaban los candiles que les daban luz) puesto que con el fin del invierno y la llegada de la primavera, y al hacerse los días más largos, ya no eran necesarios. Según esta teoría, la inventiva popular le dio forma humana a estos parots. Esta leyenda romántica del origen de la fiesta contrasta con la documentación conservada en el Gremio de Carpinteros, que no cita la construcción de fallas en su víspera, sino la festividad religiosa del propio día 19.
Existen otros autores que intentan encontrar un origen más antiguo a la fiesta, defendiendo que el culto al fuego es un ritual de tradición pagana, como ocurre con otras festividades como San Antón, San Juan, San Miguel o la Navidad en diversos puntos de la geografía española, en donde también se queman hogueras en su víspera. Según esta teoría, las Fallas son una evolución de este arcaico ritual que anuncia la entrada de la primavera.
La primera información que tenemos sobre las Fallas data de mediados del (siglo XVIII), 1740. Algunas de las miles de hogueras que se encendían en las calles de Valencia se denominaron fallas. Eran monumentos satíricos y burlescos en los que se exponían a la vergüenza pública y se quemaban simbólicamente personas y situaciones de la calle o barrio donde se plantaba la falla. En su construcción participaban los vecinos de cada calle. Se empezaron a incorporar carteles alusivos a algún personaje conocido del barrio. "una estoreta velleta" (una alfombra vieja), que se convirtió en un canto popular para recoger todo tipo de muebles y utensilios viejos para quemarlos junto a las fallas. En esta época, las fallas eran cajones altos con tres o cuatro muñecos vestidos con ropas de tela, y con caretas de cartón o las manos y caras de cera.
Además, los niños iban de casa en casa pidiendo
Con la creación de los premios a las fallas más artísticas, en 1895 por Lo Rat Penat y desde 1901 por el Ayuntamiento, las fallas fueron abandonando progresivamente la sátira para centrarse en su vertiente más artística, empezando las comisiones falleras a contratar artistas y artesanos que darán paso a la posterior especialización en la profesión del Artista Fallero. Posteriormente, los artesanos incorporaron un nuevo procedimiento: la reproducción de moldes en cartón piedra. La creación de la falla fue evolucionando hasta la actualidad, donde la mayoría de monumentos están compuestos de poliestireno expandido ("porexpán"), corcho blando fácilmente moldeable con sierras de calor y le aporta más brillo a la pieza. Así el arte de las fallas ha generado monumentos de mayores dimensiones con remates que rozan los 30 metros de altura.
Hoy las fallas mueven cerca un millón de turistas anualmente. Se plantan 385 monumentos en la ciudad de Valencia y más de 250 en el resto de la provincia. El Gremio Artesano de Artistas Falleros subsiste como entidad encargada de enseñar el antiguo oficio de producción de monumentos falleros. La Junta Central Fallera es la entidad que organiza la fiesta y la mantiene viva durante todo el ejercicio fallero.

 

¿Cuál es el origen de las Fallas?
¡Eso me gustaría saber a mí! Por el momento, las investigaciones históricas sobre la fiesta no han podido dar con la manera en que surgió, y ni siquiera una fecha más o menos aproximada. La documentación más antigua hallada sobre las Fallas data de 1784, y es un oficio de la autoridad municipal de Valencia que prohíbe quemar fallas en las estrechas calles de la ciudad y obliga a colocarlas en plazas suficientemente amplias. Este escrito nos indica claramente que en el siglo XVIII ya se plantaban fallas en Valencia, pero nada más.

Sobre el origen de las Fallas hay muchas teorías, algunas muy populares pero no por ello más ciertas. A continuación se resumen las hipótesis más importantes sobre la aparición de esta fiesta. Envía cuál te parece más correcta (o si tienes la tuya propia, que es posible).


Costumbres de los carpinteros

Muchos valencianos piensan que las Fallas vienen de una antigua costumbre de los carpinteros que se celebraba la víspera de su patrón, San José (19 de marzo). Para alumbrarse en las últimas horas de la jornada, ya sin sol, utilizaban unos candiles que sostenían en un palo a modo de candelabro llamado estai, astai, pagés o parot, el cual situaban en el centro del taller. Según esta teoría, era tradición que para celebrar el patrón del Gremio y el fin de las veladas de invierno trabajando, se sacara el parot a la puerta del taller y se quemara junto a unas virutas. Con el tiempo, se añadieron más trastos a la hoguera, e incluso se vistió con ropas al parot para que se pareciera a una persona a la que se quisiera criticar, en la línea de la sátira valenciana que ha existido siempre. Con el tiempo, a esta primitiva figura se le añadieron más elementos que conformaron una pequeña escena . De esta manera, y siempre según esta hipótesis, apareció el primer ninot.

A pesar de ser una teoría muy difundida, no existe constancia documental que la certifique. En los antiguos reglamentos del Gremio de Carpinteros de Valencia nunca se especifica que haya que quemar algo en San José, sino más bien que el patrón hay que celebrarlo con sermones, música sacra y rosarios. Por tanto, no se puede decir con seguridad que estos profesionales fueran los pioneros de las Fallas, aunque es basta
nte probable que intervinieran en la realización de los monumentos.

Una variante de la teoría de los carpinteros dice que lo que quemaban no era el
parot, sino trastos viejos del taller, pero esto tampoco se ha podido comprobar con documentación histórica.

  Rituales solares 

Desde tiempos inmemorables, en muchos lugares de Europa, Asia y África se celebran la llegadas de los equinoccios y solsticios (o lo que es lo mismo, la entrada de las estaciones del año) encendiendo hogueras. Estas manifestaciones en algunos casos han sido heredadas de pueblos tan antiguos como los celtas, y algunas de ellas han llegado a nuestros días. La Iglesia, ante la imposibilidad de suprimir estas populares tradiciones en muchos lugares de España, decidió absorberlas y dedicarlas a los santos; de esta manera, las hogueras del solsticio de verano se relacionaron con San Juan y las del equinoccio de primavera a San José.

Por ello, algunos historiadores piensan que las Fallas son en realidad una costumbre muy antigua de Valencia, seguida por los árabes o quizá por pobladores de la ciudad anteriores a ellos, que se inició como fuegos de primavera y evolucionó hasta los monumentos satíricos que hoy en día conocemos. Tampoco se ha podido comprobar documentalmente que esto haya sido así realmente.

Algunos estudiosos han combinado esta teoría con otras, por ejemplo, afirmando que las hogueras que prendían los carpinteros en San José tenían su origen en fuegos de primavera.
  Peleles que se tiraban a la hoguera

Existe, aún hoy en día, una vieja tradición europea que consiste en construir un monigote representando a un personaje no grato, colgarlo con cuerdas o en un poste, y posteriormente quemarlo entre el tercer día de Cuaresma y el Sábado de Gloria. El muñeco puede tomar diversos nombres: Judas, Mahoma, Carnaval, Pablo, etc. El origen de este festejo es anterior al Cristianismo, aunque esta religión lo asimilara como a otras costumbres paganas. Los antiguos pueblos nórdicos, por poner un ejemplo, realizaban un ritual llamado Totaustragen en el que preparaban un muñeco que representaba el invierno, y que quemaban y enterraban la víspera del uno de mayo. En la Comunidad Valenciana todavía se encuentran festejos de este tipo, como El vell i la vella de Picassent y Llíria, el Parot de Mitja Quaresma de Castalla y los Mahomas de los Moros y Cristianos.

Lo que piensan algunos estudiosos es que las Fallas derivan de este pelele satírico que se tira a una hoguera. Se sabe que era muy típico en la Valencia del siglo XIX colgar monigotes grotescos en ventanas y balcones siendo Carnavales o en jueves de Cuaresma (es decir, cerca de San José), y es fácil suponer que con el tiempo se pasó a poner más figuras, llegando a formarse un primitivo monumento fallero donde se especificara mejor la crítica. Pero de nuevo, este punto de inflexión hacia las Fallas no está del todo verificado.


¿Por qué se llama "Falla" esta fiesta ?

Etimología

La palabra valenciana falla deriva del latín facula, que significa "antorcha". Por tanto, tiene el mismo origen etimológico que la palabra castellana hacha. Precisamente el significado originario de falla fue precisamente "antorcha", pero con el paso de los siglos ha ido evolucionando hasta dar nombre a las fiestas de San José que se celebran en Valencia y otras localidades.

El vocablo pasó del idioma valenciano al castellano sin variación alguna, aunque su plural, que designa actualmente al conjunto de dicha fiesta, sí es diferente en ambos idiomas (
Falles en valenciano y Fallas en castellano) por la manera de hacer el plural que tiene uno y otro.

Significados de la palabra 'falla' a lo largo de la Historia

Antorcha
Una falla, primitivamente, era simplemente una antorcha utilizada para alumbrar. Sin embargo, también se encendían antorchas en momentos de alegría o fiesta, por lo que el significado festivo de la palabra parece que ha estado presente en ella desde el principio. Con este sentido se puede encontrar en algunos textos valencianos del siglo XIII. Todavía hay lugares donde se llama falla a las antorchas, como en la localidad de Agullent y en la Alta Ribagorça (Pirineo de Lleida), donde las fiestas se basan en estos objetos.

Fogata
En el siglo XVI, la palabra
 falla pasó a denominar al fuego que se hacía en el suelo como centro de una reunión o de una fiesta. También se llamaba así a las fogatas que se encendían en días especiales, ya sean cambios de estación o dedicados a un santo (los casos de San José, San Antonio y San Juan), y las que servían para anunciar o celebrar una batalla ganada. Sin salir del sentido de aviso que tenía el fuego, eran también fallas las hogueras usadas como medio de comunicación para avisar de la llegada de invasores, por ejemplo. De esta clase era la antigua falla del Micalet de Valencia.

Hoguera de trastos viejos
Las rudimentarias fogatas festivas pasaron a hacerse con muebles y otros trastos inservibles que se quemaban en días señalados, como se sigue haciendo actualmente en San Antonio y San Juan en algunas localidades. En esta palabra, pues, perdura el sentido de festividad, habiéndose perdido prácticamente su originario significado instrumental (objeto para alumbrar o comunicarse).

Monigotes satíricos que se queman
En el siglo XVIII se empieza a ver en algunas localidades valencianas la costumbre de quemar
ninots o muñecos, los cuales representan personajes que se pretenden censurar o criticar. A estas hogueras evolucionadas también se las llamaba fallas.

Monumento artístico construido para quemarse
Cuando apareció en Valencia el catafalco satírico y artístico que se pone en la calle para quemarse en la víspera de San José (posteriormente se quemaría la noche de ese mismo día), también tomó el nombre de
falla. Dado que había un gran número de estos monumentos en la ciudad, la festividad se denominó con el plural de esta palabra, Falles, o con la locución Les Falles de Sant Josep, al considerarse en honor de este santo. En castellano, la fiesta se llamó Fallas.